HOMENAJE A EDGARDO PALACIOS
Este poema lo escribí dedicado a nuestro EMBAJADOR DE LA PAZ de IFLAC y WWPO en Santa Fe, Argentina y por ser pionero Miembro Directivo del Foro Permanente de Montevideo por la Educación.
Queremos compartir con todos los integrantes de estas organizaciones, el sentimiento que nos anega al comprobar su viaje al Más Allá, sin poder contener las lágrimas pero con la convicción de contar con su angélica presencia para darnos fuerzas en la actividad.
Hermano del alma
dedicado a EDGARDO PALACIOS
por María Cristina Azcona
Como un Quijote legendario dedicaste
a la defensa de los débiles tu vida
sin medir las consecuencias te entregaste
a una pasión social comprometida
Como nadie comprendiste y enseñaste
que la omisión de la denuncia está prohibida
cuando está en juego la salud de los menores
O golpean a mujeres sometidas
En la sociedad proliferan tantos pobres
y las leyes son arcaicas y vencidas
Por la paz en todo el mundo prodigaste
Sonrisas y palabras muy sentidas
Contra todos los problemas te enfrentaste
envuelto en la bandera de la paz que amaste
y por eso hoy te cantamos amigo del alma
esta canción por tu descanso y calma
Queremos en esta celebración darte
Un poquito de lo mucho que nos diste
Y pensar en tu partida que es tan triste
Y sin embargo tu sonrisa nos dejaste
Edgardo, estás aquí junto a nosotros
Para siempre como hermanos de la vida
Somos tu, y entre todos tu legado mantendremos
Y para siempre Edgardo Palacios , tú seremos
A Edgardo Palacios, en el día de su muerte
Por Ernesto Kahan © junio 07, 2021
No me avisaste, Edgardo, que te ibas de viaje eterno,
solo te vi gritando, como un estoico esforzado,
defendiendo los derechos, tantas veces pisoteados,
de la mujer y su honra,
del canto de los gorriones y de los desamparados.
De duelo estoy, prometiéndote, hermano,
mientras bajando estoy a media asta, nuestra bandera argentina,
y la de la paz, las que alzaste en San Lorenzo orgullosa de sus hijos en batalla,
y prometiéndote, en triunfo universal, llevarlas hasta que se haga justicia
y las mujeres y los desamparados, encuentren la dignidad.
Edgardo, tu vida ya está inscripta en el libro de oro de grandes del mundo,
los que estamos en tu misma huella, y en el barco de los derechos humanos.
Es muy temprano y debías seguir navegando.
¡Ay, Edgardo! ¿Qué nuevas y justas acometidas nos estabas preparando?
¡No me resigno a tu ida! Cierro los ojos y te estoy abrazando